Ser padre o madre es quizás una de las gestas más auténticas, apasionantes, trascendentes y a la vez, frustrantes a la que se enfrenta todo ser humano que se convierte en padre o en madre.

Hay padres y madres que buscan, con la mejor de sus intenciones, ser perfectos respecto a la educación de sus hijos, estos padres suelen estar más ocupados de esa perfección, que en mirar y en ver, qué necesitan verdaderamente sus hijos. No existe un manual de instrucciones para ser buenos padres. Hoy en día, hay muchos talleres, cursos, libros, manuales, terapeutas…..que nos hablan de ello, y sin duda que ayudan, pero no puedes olvidar, que el verdadero experto en tu hijo eres tú. Tú eres quien mejor le conoce y quien desea lo mejor para él, lo que ocurre es que, para ello, es necesario, ver, entender, comprender y acompañar de la manera que cada niño necesita. Esto es lo que queremos que encuentres en nuestros talleres, que te nutras de conocimiento, que aprendas técnicas y herramientas, que compartas experiencias con otros padres….., y que todo ello, te inspire en esta tarea de la paternidad y la maternidad.

Para mí, hay tres pilares importantes en la educación de nuestros hijos. El amor incondicional, el respeto y los límites. Cuando hablo de amor incondicional, me refiero a aceptar lo qué es y cómo es nuestro hijo. Ya antes de que nazcan generamos nuestras propias expectativas y deseos, respecto a cómo lo voy a criar y educar, y lo que queremos que sea y haga mi hijo, en definitiva, se desea una paternidad idílica y unos hijos “perfectos”. Y luego, nuestro hijo, es lo que es, y nosotros tenemos también nuestras propias limitaciones. Por lo tanto, lo primero, aceptemos y amemos a nuestros hijos, tal cual son. Y ese sería el segundo pilar, el respeto a su individualidad y a su personalidad. Por último, los límites. A algunos padres les asusta sólo la palabra “límite”, por miedo a traumar al niño, por miedo a que después no les quieran sus hijos….. Y es todo lo contrario. Una educación en la que se establecen unos límites claros y adecuados, da seguridad. El niño crece sintiéndose protegido, querido y visto. Los límites dan estructura, les ayuda a responsabilizarse de sus actos, aprenden a manejar el autocontrol y fomentan el respeto hacia el otro.

La adolescencia, también es una etapa muy temida por los padres….”no escucha, no hay quien hable con ellos, no le entiendo” repiten muchos padres…..se nos olvida que el adolescente se enfrenta a muchos cambios, es una etapa de gran confusión. En estos momentos se vive la primera crisis del ego, una crisis de identidad. El joven también debe empezar a alejarse de los padres, para formar parte del grupo de iguales, los amigos. Vuelve a ser de nuevo, junto con los primeros años de vida, una etapa decisiva para nuestra autoestima. A eso se une, que nuestros adolescentes viven en un momento actual en el que, la tecnología es una parte importante de su realidad. La forma de relacionarse ha cambiado, y lo hacen a través de las redes sociales. Su autoestima y autoconcepto están relacionados con los “me gusta” y seguidores que tienen en sus cuentas de instragram, están excesivamente preocupados por la imagen que proyectan. Todo ello les hace muy vulnerables, su valía personal se apoya en algo externo, nos toca enseñarles a apoyarse en algo más profundo y duradero. En la adolescencia, es importante seguir acompañando a nuestros hijos con límites y normas. Es el momento de dar un paso atrás, pero seguir caminando a su lado. Cuando a un adolescente le preguntas qué necesita de sus padres, la respuesta es casi siempre la misma…..”que me apoyen, que me escuchen, que traten de comprenderme…..sin tantos reproches ni sermones”. El adolescente necesita apoyo y confianza.

Nos ha tocado vivir en una etapa donde la sociedad es frenética, centrados en el hacer, y cuantas más cosas mejor, la crianza actual se ha vuelto fría, y muchas veces no cubre las necesidades reales de nuestros hijos, las necesidades emocionales. Nos hemos alejado de lo esencial, del juego, del silencio, de compartir, de hablar. En las consultas de psicología, nos encontramos, cada vez más, con hijos hiperprotegidos, con miedo a equivocarse y con baja tolerancia a la frustración, que acaban siendo hijos tiranos y con una baja autoestima, niños con problemas de conducta, adolescentes desmotivados, fracaso escolar, cuadros de ansiedad y depresión cada vez en edades más tempranas…….. Todo ello, lo podemos cambiar y transformar. ¿Y cómo?…..viviendo una maternidad y paternidad responsable y consciente. El ser humano aprender desde la observación e imitación, así que el cambio empieza en nosotros. Por ello, para saber educar, lo primero que debemos hacer es conocernos, tomar conciencia de cómo estamos viviendo nuestra paternidad y maternidad, tenemos que aprender a educar, y muchas veces es simplemente, desde el sentido común y una mirada amorosa hacia nuestros hijos. Seamos una buena referencia para nuestros hijos, seamos su faro, su guía, su ejemplo.

No olvides que los tuvimos para disfrutar con ellos y crecer juntos como padres e hijos, en definitiva, para crecer como seres humanos, no se trata tanto de hacerlo bien, sino de hacerlo con honestidad, autenticidad y lo mejor que se puede.

 

Esther López Cuello

 

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