Método de trabajo

Bajo mi punto de vista, el objetivo inicial de la terapia es promover la conciencia, ser consciente de lo que es, de cuál es mi realidad y de cómo la estoy viviendo. Pues sólo desde ese “darme cuenta de”, es cuando puede darse el cambio. Y a partir de esa toma de conciencia, podemos empezar a trabajar. A medida que somos más conscientes de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro entorno, es cuando podemos mejorar nuestra calidad de vida y comenzar a tomar decisiones más adecuadas para nuestro bienestar emocional.

Trabajo desde el presente, e iremos al pasado simplemente, para entender lo que está ocurriendo en este momento. Por supuesto, que lo que somos aquí y ahora, es el resultado de todas las experiencias vividas y de nuestra forma de pensarlas y sentirlas, pero quedarse demasiado tiempo en ese pasado, obstaculiza avanzar hacia el futuro.
Otro aspecto con el que trabajo es la “aceptación”, y para ello primero he tenido que tomar conciencia y comprender. Por lo tanto, la terapia es un proceso también de aceptación, pero antes nos tenemos que permitir sentir todo lo que va surgiendo en ese camino, en ese proceso.

El espacio de terapia, es un espacio “seguro” en que la persona puede ser, sin crítica ni juicio. Darse permiso para expresar y sentir lo que está viviendo en cada momento, lejos de lo es adecuado o de lo que se supone que debo pensar o sentir. Las palabras nos curan, y simplemente el hecho de verbalizar mi mundo interior, es ya de por si, totalmente reparador y sanador para la persona.

La psicoterapia es cuestión de piel, cuestión de poros y de olfato. Si no ponemos a disposición del paciente nuestro pellejo, nuestros afectos, nuestra energía, más vale no intentarlo. Tal vez esto sea para algunos exagerado; para otros, no tan necesario; pero para ellos, los pacientes, es algo primordial.”  (Loretta Cornejo)

En el diálogo entre el paciente y el terapeuta, establezco una auténtica escucha activa, atiendo la totalidad del mensaje recibido, a lo qué se dice y al cómo se dice, interesándome por el otro, aceptándolo cómo es y comprendiéndole, con una actitud de respeto y cuidado. También doy mucho espacio a lo que el cuerpo está expresando durante la sesión, porque a través de nuestro cuerpo (gestos, tono, ritmo…), no sólo observo la información que me transmite, si no también, porque es una forma de estar presente y más consciente de lo que nos rodea.

Siempre les recuerdo a mis pacientes que voy a ser su espejo, aquello que ellos no pueden ver todavía, yo les reflejo lo que se observa, con la finalidad de que, conforme transcurra la terapia, lleguen a ver ellos mismos lo que les ocurre, piensan y sienten. Les acompaño en dicho proceso, siempre con una mirada amorosa y de profundo respeto a su individualidad.

En definitiva, para mí la terapia es estar dispuesto a establecer un encuentro auténtico con otra persona, lo cual, implica mostrar comprensión y cuidado, y nos predispone a entrar en contacto con su mundo y con el mío propio.